Hacia una DRAMATURGIA POPULAR

En su más amplio sentido, Dramaturgia es el tratamiento integral de la teatralidad. Dramaturgia no es solamente el aspecto referido al texto dramático, como se entiende de manera habitual, o como deliberadamente se nos hace creer. El concepto Dramaturgia guarda su significado en la relación del conjunto: idea, logos y acción.

Teatro de la UNI. Obra “Vampiro, ven conmigo”. Actuación en la Central de Campesinos del Perú (CCP).
En escena, Edward Romero, Jean Zumaeta y Tita Zavala. Dirección: Alberto Mego. Año 2009.

No se puede entender por separado este conjunto, pues su dinámica interna constituye el universo de la ficción dramática que se inicia con una concepción, continúa con la literatura dramática y se plasma en la acción escénica, delante del público.

La Dramaturgia Popular intenta sistematizar las técnicas y procedimientos a través de los cuales el actor se asume como instancia de un proceso, más complejo que el de su propia realización individual, para ser parte de un conjunto que analiza, cuestiona e interpreta la realidad desde un punto de vista social, y en función a esa sociedad.

Teatro de la UNI. Obra: “La Cosa” de Juan Rivera Saavedra. Actuación en pueblo joven de Ica. Dirección de Alberto Mego. Año 1987.

Consecuentemente, Dramaturgia Popular es el criterio por el cual es posible resolver los problemas de la teatralidad, como Arte, como expresión cultural, como área antropológica, desde el punto de vista de las grandes mayorías, interesadas en la transformación de la sociedad. Esta es una toma de posición, característica del genuino arte popular.

Así como en la interpretación de la Historia, también en la labor artística durante años, quizá durante milenios, se pretende imponernos la idea de que son las grandes individualidades las que producen los acontecimientos, cuando en realidad, en mayor o menor medida, todos somos sujetos pasivos o actuantes de la Historia.

Taller de Teatro Boulevard Quilca. Actuación de “¡Ushanan jampi”en auditorio César Vallejo del Boulevard Quilca.  Dramaturgia y Dirección de Alberto Mego. Año 2002.

En estos tiempos de notable agonía final del sistema capitalista, estas dos concepciones se contraponen para atender el pálpito y sensibilidad popular de la comunidad. En el teatro peruano, una cultiva la "interioridad", extrema en algunos casos para acceder a un sentido de "diversidad", o también destaca una “exterioridad” vacía, pintoresca  y muy dinámica, que confunde el teatro con el circo, o lo reduce a un ámbito puramente corporal para explicar conductas específicas que no necesariamente concurren a los objetivos de una comunidad.

Teatro de la UNI. Escena de “¡Ushanan jampi!” en comunidad de Huaraz. Dirección de Alberto Mego. Año 1988.

En cambio, la propuesta de Dramaturgia Popular busca desarrollarse en el corazón de dicha comunidad, a partir del análisis objetivo, interpretación y escenificación de sus deseos más profundos, de sus sueños y aspiraciones, de su hambre de trabajo, justicia y paz, de su sentido del humor y del juego teatral, poniendo en relieve siempre las contradicciones sociales de manera que el espectador se comprenda a si mismo, comprenda mejor su entorno y eleve, en un proceso dialéctico y didáctico, sus propias conclusiones.

Elenco de niños del Centro Cultural “Camilo Blas” de Piñonate,
en la obra “No todo lo que brilla” sobre el Caso de la Comunidad
de Choropampa. Año 2008.

En su afán de perpetuar su poder en el mundo, y también en el Perú, bien sabemos que el neoliberalismo, con sus múltiples recursos y tentáculos, ha acogido y saludado el espectáculo que destaca y se regodea en las emociones, mostrando a los individuos marchando ciegamente hacia un destino incomprensible e inexplicable.

La Dramaturgia Popular, en el ámbito de un Arte y una Cultura popular, busca servir a la colectividad, procurando interpretar sus vivencias más auténticas, con la Ciencia como guía, es decir, investigando a profundidad, distinguiendo lo esencial de lo superficial.

 
Taller de Teatro Peruano Contemporáneo. Obra “Yo soy el Río”. Dirección: Alberto Mego. Año 1984.

Es verdad que hasta ahora esta propuesta ha tenido una evolución accidentada, justamente por ser nueva y desarrollarse en medio de las contradicciones políticas y económicas del acontecer mundial.

Sin embargo, la cultura popular internacional tiene en Bertolt Brecht a un dramaturgo de gran significado, su estudio es imprescindible.

Y en el Perú, Víctor Zavala Cataño como Jorge Acuña Paredes, son extraordinarios representantes del teatro popular peruano, así como la memoria del movimiento de teatro popular del 70-80 que diera lugar y sustento a la Muestra de Teatro Peruano, especialmente en sus primeras versiones.

“Los Gallinazos sin plumas” obra de Julio Ramón Ribeyro,
adaptada por Alberto Mego para el elenco de Teatro
del Centro Cultural Camilo Blas de Piñonate. Año 2009

Por nuestra parte, estamos interesados en participar y propiciar una dramaturgia que estimule sin medida la imaginación popular, de modo que contribuya a afirmar un sentido de identidad, el necesario para comprendernos como hombres sociales, unidos a una misma colectividad y a objetivos comunes: el de transformar nuestra sociedad en una más justa.

Taller de Teatro Atusparia. Obra: Antígona. Adaptación y dirección: Alberto Mego.
Año 2007

Elementos de una Dramaturgia Popular

La fuente principal de una Dramaturgia Popular es sin duda la propia realidad, aquella de la que somos parte actuante y testigos.

A través del estudio, podemos elevar nuestra comprensión, en tal medida, nos interesa captar teatralmente esta realidad, tanto en forma como en contenido, pero en sus aspectos más dinámicos, en aquellos que movilizan las emociones de conjuntos amplios y se contraponen con los intereses particulares.

Es esa realidad la que propone las contradicciones como elementos principales de una Dramaturgia Popular, es decir, los conflictos que son encarnados por los protagonistas, y representados por los actores. El tratamiento de dichas contradicciones nos lleva a establecer su naturaleza y rango en el significado de las acciones, y con ello podemos valorar correctamente el papel de las contradicciones secundarias.

Los elementos complementarios a la puesta en escena: vestuarios, escenografía, utilerías, efectos sonoros, etc. siempre muy portátiles.

El problema del espacio en el teatro popular.  En la propuesta de una Dramaturgia Popular, no necesariamente las obras se representan en auditorios convencionales preparados para ello,  sino en un patio, en una loza deportiva, en un atrio, porque la pregunta fundamental a que responde nuestra actuación es ¿a qué público destinamos nuestro trabajo? ¿qué queremos decirle?
Ica, Los Molinos, después de un ensayo de la "Achirana del Inca Pachacutec (2011).

Alberto Mego
Mayo 2009

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