REVISTA CULTURALES 1° DE MAYO N° 18 JULIO-AGOSTO 2013,



EN CIRCULACIÓN... CULTURALES 1º DE MAYO Nº 18

- Actualidad: puntos en debate
- Mollendo: Pedro Córdova, un hombre de izquierda en la memoria
- FENUTSSA: en pie de lucha contra ley de "Servicio civil"
- Marcha nacional contra nueva Ley Universitaria
- Historia de la bandera roja
- Estudio del Grupo Memoria del IEP
- El proceso de un tejido con cáncer
- Congreso sobre genocidios en Siena Italia
- Miguel Gutiérrez: la generación del 50




PROYECTO DE TALLER DE TEATRO “PALAIS CONCERT”

en el viejo edificio del "palais concert"
 donde valdelomar, mariátegui, vallejo y tantos otros intelectuales 
convergieron y le dieron brillo a la generación del 20, 
desarrollamos una propuesta cultural para los tiempos actuales (2002), y logramos no solamente en el teatro sino en la cultura en general 
ocupar un momento de la atención y la creatividad popular, 
efímero y eficaz 
(a pesar de las dificultades, fue un momento sumamente fructífero)

PROYECTO DE TALLER DE TEATRO “PALAIS CONCERT”
                                         
ALGUNOS CONCEPTOS PREVIOS
     En los días actuales, el imperio de la tecnología, como expresión de una ponderada “modernidad”, ha traído consigo el agotamiento o saturación de los formatos culturales. De manera especial, el Arte, como canal constante de comunicación humana, se ve en estos momentos invadido de trivialidad, cuando no saturado de recursos técnicos que bloquean la capacidad natural de los artistas para contar con la realidad como eje de sus obras. Esta realidad discurre fluidamente en las narices de todo aquel que la mire sin prejuicios ni anteojeras. Sin embargo, los creadores, atrapados por el lenguaje que resultó del uso y abuso de sus técnicas y recursos, se han apartado del mínimo sentido común necesario para que sus producciones comuniquen algo a sus públicos. Es más, por efecto de una deliberada política cultural, perdieron interés en comunicar algo. Y la producción artística marcha paralela, independiente, aislada de la realidad, a la que -a nuestra manera de ver- debe servir. De modo que, la técnica derivada de nuevos recursos, han convertido al artista en un ser “legítimamente” apartado del desarrollo social, posesionado de un lenguaje autónomo y peculiar, que lo convierte en un autista, innecesario e inútil.

     Consideramos que debemos replantear los materiales del trabajo cultural, y especialmente el papel que cumplen en el seno del desarrollo humano. Consideramos que nuestro arte debe recuperar la noción de “contenido”, apartarse decididamente de lo accesorio, de todo aquello que las modas, los exhibicionismos, avalados por las tecnologías, le dieron cuerpo -y acaso una falsa integridad- para encontrarnos con una armónica relación con la realidad. Esto significa que los pintores vuelvan a “leer” la realidad. Que los músicos ”miren” los compases de la vida cotidiana. Que los escritores y poetas “escuchen” las voces optimistas del clamor popular. Que los actores vuelvan a los ritmos primeros para comprender y reflejar mejor los impulsos más importantes de los hombres y mujeres: el amor, el trabajo, el sentido común de la solidaridad y la convivencia social.
    
    
TALLER DE TEATRO
     De acuerdo a estas ideas generales, un taller de teatro en estos momentos requiere desarrollarse en el marco de un conjunto de actividades culturales que lo justifiquen. Es decir, debe marchar en compañía de nuevas imágenes plásticas, de una nueva música, e interpretado por elementos audaces, decididos a asumir las rupturas formales que, desde hace algún tiempo un nuevo público reclama. Asumir la realidad como contenido, punto de partida -y acaso final- de la labor escénica, significa renunciar a las “candilejas”, al entramado escenográfico, a las luces artificiales, para recuperar espacios abiertos y el dominio de una expresión gestual y corporal suficiente a una expresividad necesaria o elemental, para reencontrarse con el gran público, ávido de un nuevo planteamiento cultural, que puede no haber imaginado nunca que esa mañana, esa tarde, esa noche, se encontraría con el Teatro, acto fundamental que debe conmocionar sus vidas.

     En la medida que se trata de convertir cualquier espacio en un espacio teatral, se requiere del entrenamiento de la voz, pues la única acústica que nos asistirá es la de nuestros propios resonadores. Pero es especialmente la capacidad de representación, de “imaginar”, es decir, de producir imágenes, la que nos es requerida para escenificar la realidad. En este aspecto, el mimo es el verdadero punto de partida del teatro, y a él debemos acudir, no de la manera convencional, sino de la que resulte del estudio y práctica de las posibilidades reales y de la creatividad del conjunto.

     Esa misma creatividad nos debe permitir componer pequeñas escenas, a exponer prontamente al público, para combinar nuestra propuesta escénica con las respuestas y propuestas del público. No es de otra manera que se puede fortalecer nuestro trabajo. Sin una exposición constante,  sin el “factor público” -que corrija, que critique, que proponga- careceremos de perspectiva.  

     La música debe tener un papel sencillo, pero básico, en una realización teatral entendida de este modo. Percusión, algo de vientos, algo de cuerdas. Especialmente, para acompañar y, sobretodo, subrayar, el movimiento.
   
    
PRÁCTICA ESCÉNICA

     Proponemos un taller dirigido a todos aquellos interesados en expresarse a través del teatro, con o sin experiencia. Sin embargo, se evaluará -durante un mes- las posibilidades expresivas de los integrantes. Desde el mes siguiente, se iniciará la creación y ensayos de una obra corta que debe presentarse al público a la brevedad.

     Las reuniones pueden ser dos veces por semana, en reuniones de dos horas, en horarios por establecer. Durante esas reuniones se realizarán determinadas prácticas escénicas en torno a los siguientes temas:

a) Nociones preliminares de Arte Dramático: composición plástica de elementos teatrales. El rostro, el cuerpo, la voz.

b) Sentido del ritmo, del tiempo, del silencio, de la acción dramática. Sentido colectivo del trabajo teatral.

c) Creación y representación de historias sencillas, a través de improvisaciones individuales y de grupo.

d) Conocimiento de un texto teatral.

e) Las contradicciones en el desarrollo de los personajes. La puesta en escena. Elementos de psicología. El movimiento en escena. Caracterización de personajes.

f) Conocimiento de elementos complementarios de la actuación. La música. Vestuarios, utilería y maquillaje.

g) Ensayos y representación teatral.


NECESIDADES
1.- Espacio de clases.
2.- Amplia convocatoria y promoción del taller.
3.- Pagó simbólico por acceso al taller.
4.- Apoyo en las representaciones.

                                   Alberto Mego


agosto/2002 

EL ORO DE AURORA

Hace algunos años escribí este cuento para una niña norteamericana, de origen peruano, que a veces refunfuñaba y quería ser "grande" (y dejaba pasar la grandeza que todos los días tenemos delante).

EL ORO DE AURORA 
                                      para Michelle 

     Jugando circunstancialmente con sus muñecas, una vez una niña encontró un raro objeto, una especie de piedra plateada que pronto accionó de casualidad y desde uno de sus lados se escuchó una voz saliendo del objeto, y poco después un duendecillo feo y un tanto peludo, pero cachetón y risueño, que le dijo:

     -¡Ah, las casualidades! Pídeme tres deseos y te serán concedidos. ¿Se dice así no?

     La niña primero se asustó, pero como en la televisión -que era su juguete preferido- había visto historias de monstruos y ninguna de duendecillos, y como además en el restaurante -donde a veces comía papas fritas y sanguches de carne- regalaban a los niños pequeños muñecos que hablaban, recuperó el aliento y cerró los ojos diciendo en voz alta:

     -Quiero ser grande, y después quiero ser grande y después quiero ser grande.

     Con humos azules y extraños sonidos que nadie sabía de dónde venían, una extraña magia se operó cerca de ella. Al poco rato, Aurora -que así se llamaba la niña- se vio convertida en una adolescente, en una bella adolescente, pero de inmediato pasó a ser una señora, una señora gordita, y poco después se convirtió en una anciana con la espalda encorvada, dificultades para caminar y tosiendo cada vez que respiraba porque el aire ya no podía entrar por sus obstruidas fosas nasales.

     Viéndose pasar de un momento a otro a tales edades, sin ningún tiempo para disfrutar su niñez y su juventud, Aurora se llenó de  tristeza porque de pronto fue una anciana en el cuerpo de una niña. Pero pensó que éste era un juego de su imaginación y se propuso decididamente volver a ser la niña de siempre, con sus muñecas, sus amigos, y sus ganas de vivir todos los días con alegría y confianza.

     No le contó nada a su mamá ni a su papá. Pero ella sabía que desde entonces, a veces de manera incontrolable, ella podía ser una joven llena de simpatía, una señora preocupada o una anciana renegona, sobre todo cuando los adultos que la rodeaban no le hacían caso y se empeñaban en hablar de cosas incomprensibles o se ocupaban de ellos mismos, encerrados en su silencio, mirando la televisión o leyendo los periódicos mientras desayunaban. Y era precisamente en esos momentos de indiferencia cuando ella se convertía en una señora gordita, y lo peor de todo, en una anciana que a todo le decía no, no y no, y se proponía llamar la atención de todos, dando órdenes imposibles de cumplir o reclamando regalos que no merecía.

     En medio de este trance, lo peor era que cada vez se alejaba más y más de aquello que tanto le gustaba: jugar con sus amigos, chapotear en la piscina municipal. Ellos, que conocían su alegría y su generosidad cuando jugaban, notaron el cambio de Aurora porque a veces sin quererlo, o queriéndolo, se ponía a renegar y renegar contra todos y contra el mundo que no la comprendía. Los amigos se alejaron de ella, pensaron que una fuerza inevitable había convertido a Aurora en una anciana con los días contados.

     Naturalmente, esto le producía profunda zozobra y desesperación. Entonces, cruzaba corriendo el patio de su casa, buscando el aire fresco y daba vueltas y vueltas hasta que le pasaba esa penosa sensación de ser una persona muy mayor que pronto podía morir. Felizmente, al poco rato ella volvía a ser la niña juguetona de siempre y sus amigos volvían a recibirla con el mismo entusiasmo de siempre.

     Pero una vez se la pasó todo el día refunfuñando, y aún cuando casi no se acordaba qué había desencadenado su malestar, cruzada de brazos, caminó y caminó, renegando, de uno a otro lado, sin poder recuperar su alegría. Su mamá se asustó mucho porque los ojos de su hija perdieron su brillo habitual, hasta casi lanzarle una mirada blanca. Alarmada, se lo contó al padre.

     El dijo sólo ”es la edad”, y siguió comiendo.

     Una mañana, mientras refunfuñaba cerca a los juguetes con que hacía tiempo ya no jugaba porque le aburrían, se encontró otra vez con el duendecillo que le había hecho perder su infancia. Con su cara de tonto y sus largos bigotes, pero muy risueño, le preguntó:

     -¿No querías ser grande?- y agregó: -Es posible que no te hayas dado cuenta de cuánta juventud y alegría hay en la naturaleza. Rie la ardilla que encuentra una bellota y la lluvia que se estrella contra el suelo... Debe ser porque ahora tienes cuatrocientos años, y por querer ser más grande, no comprendes el oro de tu infancia y dejaste el tiempo pasar.

     Ella lo miró sin decir nada.

     -Mira -le dijo, y le pidió que extendiera su mano. De pronto, sintió una arena muy fina y reluciente que el duende volcaba en ella y que no pudo sujetar porque se desbordó en su pequeña palma.

     -Ese es el tiempo. Acaba de pasar por tus manos.

     Una sombra de pesadumbre se deslizó en el corazón de Aurora, y efectivamente sintió que ayer nomás había cumplido cuatrocientos años. Pero el duende de sus sueños, levantando su cabeza por la quijada, sonriendo, le dijo:

     -Pero cómo todavía no se han cumplido todos tus deseos, ni todas las obligaciones que cumplen todos los seres de este mundo, volverás a ser la niña que siempre fuiste. Y junto a tantas niñas de tu escuela, y tantos niños de tu edad y de todas las edades, aprenderás a disfrutar de este momento, y de la alegría de estar viva.

     Así fue como en ese momento Aurora recuperó su infancia perdida. Y desde entonces procura siempre sonreirle a la vida. !Smile!