Desde temprano tuve la suerte de estar cerca de
intelectuales, de los que quieren ser útiles y de los otros. Eran los años 70 y
pude asistir a reuniones que propiciaba el gobierno “revolucionario de las
fuerzas armadas” para dilucidar conceptos sobre la cultura. Y a lo largo de
estos encuentros, donde participaban personalidades de alto “nivel”, la “razón”
del régimen se imponía, las palabras perdían sentido, nos volvía locos a todos. Asistí a ese gobierno, es verdad, y conocí
ese clima absurdo, pero sacando la cuenta fue para aprender y desaprender, y divertido
pergeñar estas líneas, claro.
Esta obra fue publicada en el libro “La Obra debe
Continuar” Noveno Tomo de la Colección
Teatro Peruano. Editorial Minerva. 1984.
ADIÓS, SEÑOR PÉREZ
EN EL DESVÁN DE UN EDIFICIO PÚBLICO POR UNA PEQUEÑA PUERTA,
APARATOSAMENTE, TRAYENDO ARCHIVOS, MAPAS, BANCOS, UNA FOTO DEL PRESIDENTE.
ENTRAN EL JEFE DEL ÁREA CULTURAL, EL COORDINADOR Y LA SECRETARIA.
JEFE: ¡Ah, maldito ascensor!... Aquí es… ¿Y los invitados?
COORDINADOR: Ah, verdad…
SECRETARIA: Hasta el cuarto piso estaban con nosotros.
COORDINADOR: No, hay un error. En el sexto piso vi al
especialista sacarse los zapatos.
SECRETARIA: (REVISANDO SU LIBRETA) Disculpe, pero…
JEFE: Bueno, no es momento de discutir eso…
SE ESCUCHAN TOQUES EN LA PUERTA.
SECRETARIA: Deben ser ellos.
ENTRAN EL ESPECIALISTA Y EL INVITADO. EL ESPECIALISTA TRAE
LOS ZAPATOS EN LA MANO.
INVITADO: Perdonen. Nos equivocamos de piso, nos equivocamos
de puerta…
ESPECIALISTA: Nos quedamos encerrados en un baño. (COMO LE
MIRAN LOS PIES)… Es que tengo callos.
JEFE: Adelante, adelante… aquí nadie molestará. (AL
INVITADO) Traiga aquí ese banquito. Siéntese. (AL ESPECIALISTA) Usted puede
sentarse en la mesa. En los momentos históricos que vivimos, no podemos darnos
el lujo de perder el tiempo… (AL COORDINADOR Y LA SECRETARIA) Nosotros nos
sentaremos en el suelo. ¡Debemos dar el ejemplo!
PAUSA. DESENPOLVAN SUS SITIOS, SE INSTALAN.
SECRETARIA: ¿Comenzamos otra vez?
JEFE: ¿Otra vez?... Ah, sí. Borre todo lo que escribió antes
que nos interrumpieran. (LA SECRETARIA BORRA CON AGITACIÓN SUS APUNTES). Tiene
la palabra… (AL INVITADO) Perdón, ¿cuál era su nombre?
INVITADO: Antonio de la Piedra.
JEFE: Tiene usted la palabra, señor de la Piedra.
INVITADO: Le agradezco. Pero yo propondría que el señor… (AL
ESPECIALISTA) ¿cuál era su nombre?
ESPECIALISTA: Antonio de la Piedra.
INVITADO: Yo propongo que el señor Antonio de la Piedra
bosqueje nuevamente su planteamiento acerca de la cultura.
ESPECIALISTA: Pero… Bueno, como ustedes quieran… (A LA
SECRETARIA) ¡No! ¡No! ¡No borre eso! Por favor, léalo en voz alta.
SECRETARIA: (LEYENDO)”La cultura en general es la cultura
promedio de la cultura universal; sin embargo, ésta no debe confundirse con la
cultura de la pequeña burguesía, pues ésta es la cultura enajenada, producto de
la cultura dominante… “
ESPECIALISTA: ¿Qué? ¿Está segura que eso dije?
SECRETARIA: Lo escribí tal como usted lo dijo.
ESPECIALISTA: Es lo más reaccionario que he escuchado en mi
vida. No puedo haber dicho eso.
JEFE: No dude usted de mi secretaria, señor… De la Piedra.
Es una excelente taquígrafa. Escribe 423 palabras por minuto, 25,380 por hora.
ESPECIALISTA: ¡Me niego a reconocer como mías esas palabras!
Es indignante. Estoy a punto de marcharme…
COORDINADOR: Con su permiso, querido jefe. (AL ESPECIALISTA)
Con el suyo, señor De la Piedra. (AL INVITADO) Con el suyo, señor De la Piedra…
Yo creo que las palabras citadas por la señorita Pérez no concuerdan con el
discurso real del especialista. He tomado algunas notas y estoy seguro que se
aproximan más a la realidad. Si ustedes me permiten…
JEFE: Ah, mi coordinador, siempre tan atento. Es un
excelente coordinador. Cuántas veces me ha salvado de las garras de la
burocracia. Además, es hincha del Sport Boys ¿saben? Adelante, señor Pérez.
COORDINADOR: Pues bien. (AL ESPECIALISTA) Sin embargo,
quiero antes advertirle que mis notas son susceptibles de una interpretación
subjetiva de la realidad de su discurso, puesto que no es mi función copiar de
manera fidedigna el aporte de los especialistas que invitamos, sino sustraer
las partes esenciales que pueden articularse a nuestros propósitos.
ESPECIALISTA: De todos modos, es posible que usted haya
comprendido mejor mi mensaje. Puede comenzar.
COORDINADOR: (SONRIE AGRADECIDO) Gracias por su confianza.
(LEE SUS NOTAS) “La cultura de la pequeña burguesía es la cultura dominante, a
nadie le interesa la cultura universal ya que ésta huele a caca como
consecuencia de la cultura general, subproducto enajenado del sistema cultural
en si”. Esto último me parece importante si…
ESPECIALISTA: (INTERRUMPIÉNDOLO, EMOCIONADO, LO ABRAZA Y LO
SIENTA JUNTO A EL) ¡Claro! ¡Eso es! ¡Ha captado con exactitud mi pensamiento!
JEFE: Sinceramente, a mi no me parece… (AL INVITADO) ¿Usted
qué piensa, señor de la Piedra?
INVITADO: Prefiero no opinar. No olvide que soy profesor de
Dialéctica. Lo más importante es el antagonismo, ¿comprenden? No podría estar
de acuerdo con el señor De la Piedra. Por principio.
JEFE: (PENSATIVO) Claro, claro… Pero si fuera un poco menos
ortodoxo ¿cuál sería su opinión sobre estas versiones de la realidad?
INVITADO: No insista, señor. A mi me invitaron a dar mis
opiniones sobre las contradicciones de la cultura y no a mostrar mis
contradicciones públicamente.
JEFE: Hum… sospecho que nos hemos estancado. Siempre ocurre
esto. Parece que sin el equipo de planificación no se puede andar.
ESPECIALISTA: ¡Qué equipo de planificación ni ocho cuartos!
¡El culpable es el señor De la Piedra con su maldita gana de callar sus
opiniones!
INVITADO: Señor De la Piedra, le exijo más respeto.
ESPECIALISTA: Señor De la Piedra, no me da la gana.
INVITADO: Entonces, váyase a la mierda.
JEFE. (AL COORDINADOR) ¿Qué dijo? ¿Qué dijo?
COORDINADOR: Lo ha mandado a la mierda.
ESPECIALISTA: (AL JEFE) Señor, me niego a permanecer un
minuto más en presencia de este individuo.
JEFE: No entiendo, no entiendo. Señor De la Piedra, señor De
la Piedra, por favor. Un poco de paciencia. Nuestra experiencia nos ha enseñado
que estos conflictos se deben al empeño demasiado apasionado por llegar a la
verdad. Comprendan. Nuestra institución es sumamente joven y nos es capaz de
entender su terminología especializada ni sus métodos de trabajo.
ESPECIALISTA: (POR EL INVITADO) Es que es un pobre cojudo.
Un insoportable cojudo.
JEFE: Es un lenguaje extraño para nosotros, señor De la
Piedra. Comprenda.
INVITADO: ¿Cojudo? ¿Cojudo ha dicho? Usted es… Usted es un
hijo de la Gran Perra.
JEFE: (DESAHUSIADO) Es inútil, Margarita. No te esfuerces en
escribir eso. No vamos a entenderlo.
SECRETARIA: Cuando está borracho, mi novio, que es
estudiante de sociología, acostumbra usar esas mismas categorías. Además, patea
las puertas y rompe botellas. Eso sí no lo compre do bien. Por lo menos esto,
creo que con su ayuda puedo entenderlo.
JEFE: ¡Ah, muy bien! Quiero un informe para mañana. No lo
olvide. Y dígale a su novio que nuestra institución, está muy interesada en
invitarlo a la próxima reunión.
COORDINADOR: ¿Va a invitar a un estudiante, señor?
JEFE: A usted qué le importa. Sabe usted bien que necesitamos
aportes. Además, yo soy el jefe. (A LA SECRETARIA) Con un poco de cuidado en no
poner botellas ni puertas a su alcance, seguramente su novio podrá darnos
algunos lineamientos sobre la cultura. (AL COORDINADOR) Tome usted su nombre e
invítelo inmediatamente.
COORDINADOR: ¿Cuál es el nombre de su novio, señorita?
SECRETARIA: Antonio de la Piedra, señor.
JEFE: ¿Antonio de la Piedra? Creo que lo conozco.
SECRETARIA: Hay tantos Antonios de la Piedra, señor…
JEFE: ¿Sí? En mi familia no hay ninguno. (AL ESPECIALISTA)
¿Y en la suya, señor De La Piedra? ¿Hay algún Antonio de la Piedra?
ESPECIALISTA: Todos somos Antonio de la Piedra.
JEFE: Ah, qué curioso. (AL INVITADO) Pero en su familia no
hay ninguno ¿no es cierto, señor De la Piedra?
INVITADO: Todos somos Antonio de la Piedra.
JEFE: ¡Oh, coincidieron!... Entonces, quizá en octavo o
noveno grado, deben ser familiares del señor Antonio de la Piedra, el novio de
mi secretaria.
ESPECIALISTA: No lo conozco. Debe ser un homónimo.
INVITADO: Yo tampoco. Sí, es posible que sea un homónimo.
JEFE: ¡Coincidieron otra vez!
ESPECIALISTA: ¡Es verdad! (ABRAZA AL INVITADO) ¡Hemos
coincidido!
JEFE: ¡Esto hay que celebrarlo! (AL COORDINADOR) ¡Señor
Pérez! Del presupuesto de emergencia, compre usted unas gaseosas. (EN VISTA QUE
EL COORDINADOR BUSCA DINERO EN UN CHANCHO DE YESO) ¡Del chancho, no! ¡El dinero
del área cultural es sagrado! He dicho de presupuesto de emergencia. ¡Y
rápido!.. (EL COORDINADO SALE. A LA SECRETARIA) Usted puede descansar, escribió
ya las 423 palabras que le corresponden hoy.
SECRETARIA: Gracias, señor. Usted es un jefe muy
comprensivo.
PAUSA.
INVITADO: Ya sabía que íbamos a llegar a un entendimiento.
ESPECIALISTA: Lo mismo sospeché yo. Sobre todo cuando fue
firme al manifestar que ese señor Antonio de la Piedra era un homónimo de su
nombre.
INVITADO: En ese mismo momento sentí en lo más profundo que
a pesar de nuestras divergencias éramos esencialmente iguales.
JEFE: Ah, eso lo supe siempre. Desde el momento que los vi
por primera vez.
ESPECIALISTA: Es muy observador, señor.
INVITADO: Muy observador.
VUELVE EL COORDINADOR TRAYENDO VARIAS BOTELLAS.
COORDINADOR: También he traído un poco de ron. Si los
combinamos con lo concreto, podremos llegar incluso a acuerdos gaseosos.
Perdón… Si los combinamos con las gaseosas…
JEFE: Hum… (TOMA LA BOTELLA Y LA MIRA AL TRASLUZ)
COORDINADOR: (TIMIDAMENTE) Tenía sed, jefe…
JEFE: (A LA SECRETARIA) Señorita, olvídese de las notas.
Seamos menos formales, acérquese. Sírvase, señor De la Piedra.
INVITADO: Yo tengo prohibido el licor. Si me permiten tomaré
solo gaseosa.
ESPECIALISTA: Qué curioso. No me han prohibido el licor,
como comprenderán, por principio no me interesa la gaseosa. Y sin embargo, voy
a tomarla. Y sin el licor. Hemos coincidido otra vez, señor De la Piedra.
INVITADO: Hum… Esto es sospechoso.
TODOS. A EXCEPCIÓN DEL INVITADO Y EL ESPECIALISTA, BEBEN CON
AVIDEZ.
JEFE: (APARTE) Es una tradición… A pesar de los cambios, el
licor seguirá siendo preferido por los revolucionarios en sus ratos libres…
COORDINADOR: (A LA SECRETARIA) ¿Porqué tan callada,
señorita?
SECRETARIA: Pienso en mi novio antes de echarme un trago.
Nunca estoy segura si no bebo el desconsuelo de ser incomprendida.
COORDINADOR: Oh, no bebe ningún desconsuelo. Está bebiendo
ron con gaseosa, y a causa de la reconciliación de nuestros invitados. ¿Lo ha
olvidado ya? Por lo visto, sin su libreta de apuntes es capaz de extraviarse en
las oficinas.
JEFE: ¡No la regañe, señor Pérez!
COORDINADOR: No la regaño, señor. Como al comienzo con el
señor De la Piedra, interpreto su realidad. ¡Salud!
INVITADO: (QUE HA ESTADO PENSATIVO) Muy interesante… (AL
JEFE) Usted se ha referido a los
revolucionarios…
JEFE: ¿A los revolucionarios? ¿Está usted loco?
SECRETARIA: Sí, señor. Usted dijo que seguirían prefiriendo
el licor para amenizar sus ratos libres…
COORDINADOR: No, que a pesar de los cambios…
INVITADO: Bueno, bueno… A propósito, ¿acaso no nos invitó a
esta reunión para discutir un concepto revolucionario de cultura?
JEFE: Por supuesto. Las condiciones materiales han
evolucionado lo suficiente ¿no les parece? Hemos elegido el cambio por la vía
cultural. El cambio revolucionario, se entiende.
ESPECIALISTA: Justamente. Nuestro concepto de cultura no
puede ser sino revolucionario. Incluso mañana puede ser otro. Nunca se sabe.
Depende de las contradicciones de la base económica y su dirección política.
INVITADO: Exacto. Pero comienzo a envejecer, me duelen los
huesos cuando a diario descubro que mis conceptos se vuelven anacrónicos en un
dos por tres. Entonces debo revisar el movimiento de la economía y la política
en las últimas 24 horas, y la verdad es que se mueven demasiado. ¡El terreno
debe ser gelatinoso!... En resumen, querido señor, para sistematizar mi
concepto de cultura necesito saber de una vez por todas si este gobierno es de
derechas o de izquierdas.
SORPRESA DEL JEFE, EL COORDINADOR Y LA SECRETARIA.
JEFE: ¡¿El gobierno?!
ESPECIALISTA: Sí. También para mi es una incertidumbre.
Usted puede saberlo ya que es un funcionario del Estado.
COORDINADOR: ¡Si el gobierno es de derechas o de izquierdas!
¡Vaya pregunta!
SECRETARIA: Pero ¡es obvio!
JEFE: ¡Ciertamente! ¡Es obvio!
INVITADO: (AL
ESPECIALISTA) Dicen que es obvio. ¿Tiene usted alguna pista?
ESPECIALISTA: Creo que no. Ninguna.
JEFE: (AL COORDINADOR) Entonces, no saben nada.
COORDINADOR: ¡Ni donde están parados!
INVITADO: Señor Pérez, no sea irónico. Somos intelectuales.
Trabajamos con el pensamiento. Comprenda.
ESPECIALISTA: Además, nunca hay tiempo para averiguar la
dirección política de la estructura social que propone el gobierno. Nos
interesan los contenidos, no las formas.
JEFE: ¡Pero no saber si el gobierno es de derechas o de
izquierdas!
COORDINADOR: ¡Imperdonable, señor De la Piedra!
SECRETARIA: ¡Imperdonable, señor De la Piedra!
JEFE: ¡Retiren inmediatamente
sus nombres de la lista de invitados! ¡Esta clase de hombres nos confunden!
COORDINADOR: ¡Sí! ¡Son confucionistas!
INVITADO. Pero señor. Quizá es demasiado drástico.
JEFE: ¿Drástico?
INVITADO: Nuestro mayor deseo es ayudar al gobierno en sus
propósitos.
ESPECIALISTA: En cuanto sepamos si el gobierno es de
derechas o de izquierda, quizá se esclarezca nuestro pensamiento. Esa medida es
muy precipitada.
JEFE. ¿Precipitada ha dicho? ¿Qué quiere decir con eso?...
(A LA SECRETARIA) ¡Tome nota! Los señores Antonio de la Piedra y Antonio de la
Piedra serán retirados de nuestras comisiones y de todas las comisiones que se
reúnan bajo el amparo del gobierno para designar las comisiones encargadas de
las comisiones que se organizan en comisiones con el fin de concretar el
concepto cultura al servicio de las masas populares.
COORDINADOR: ¡Muy bien, jefe!
SECRETARIA: (ACABA DE
REDACTAR) ¡Listo! Ahora dígales que el gobierno no es de izquierda ni de
derecha!
JEFE Y COORDINADOR: ¡¿Qué?!
SECRETARIA: (ENÉRGICA) ¿No me ha escuchado, carajo?
INVITADO: ¿Qué dijo? No entendí nada.
ESPECIALISTA: Yo tampoco. Creo que se están poniendo de
acuerdo.
JEFE: ¿Ni de izquierda ni de derecha, no? ¡Cómo se le ocurre
decir semejante disparate, señorita Pérez! El camino y la meta están
irreversiblemente tomados. ¡Nada detendrá la marcha hacia una patria justa!...
¡Queda usted despedida!
COORDINADOR: Ya sabía yo que esta mosquita muerta era una
grandísima puta.
ESPECIALISTA: (AL COORDINADOR) Señor Pérez, ¿qué es la
señorita Pérez? Saberlo tal vez nos ayude a entender la situación.
COORDINADOR: ¡Una grandísima puta, una grandísima puta! ¿No
saben qué es eso?... ¡No saben nada! ¡Mierda de intelectuales!
INVITADO: (PARA SI) Mierda de intelectuales, mierda de
intelectuales… Me suena, me suena…
ESPECIALISTA: (AL INVITADO) Y aquello que dijeron de la
señorita: grandísima puta. Oiga, qué calificativos tan extraños.
INVITADO: Posiblemente son nuevas categorías. De verdad, me
siento viejo. Por andar distraído en mis achaques, no me he dado cuenta en qué
momento fueron incorporadas a las categorías políticas tradicionales.
JEFE: Señorita Pérez, qué está esperando. Mi decisión es
irrevocable. Está despedida.
SECRETARIA: Está bien. Me voy. Pero insisto: el gobierno no
es de izquierda ni de derecha. ¡Cuántas veces lo ha dicho el mismo presidente!
Usted es un infiltrado…
JEFE: ¡Largo! ¡Largo de aquí, carajo!
LA SECRETARIA SALE.
JEFE: la revolución es inevitable, pero a causa de
individuos como éste que trabajan por amor al sueldo y no al ideal transformador
del gobierno, el proceso es lento. A veces, se detiene. Retrocede. Pero luego
avanza de dos en dos, se saltea…
COORDINADOR: Además de acusar al gobierno de centrista, tuvo
la concha de llamarlo infiltrado.
JEFE: No me preocupa lo que diga de mí la reacción.
LA SECRETARIA SE ASOMA POR LA PUERTA.
SECRETARIA: ¡Tampoco es centrista! ¡Esta revolución es
pluralista!
JEFE: (TOMA UNO DE LOS ZAPATOS DEL ESPECIALISTA Y SE LO
ARROJA A LA SECRETARIA) ¡Largo! ¡Largo! ¡Váyanse a la mierda usted y el pluralismo!
EL ESPECIALISTA SE LEVANTA PARA RECOGER SU ZAPATO.
JEFE: (AL INVITADO Y AL ESPECIALISTA) ¡Ustedes tienen la
culpa!... ¡Han venido a confundirnos! Pero no lo conseguirán.
ESPECIALISTA: Sólo queremos…
COORDINADOR: ¡Confundir! Son confusionistas.
JEFE: ¡Intelectuales! Solo sirven para dar la contra. ¿Por
qué no quieren comprender que esta revolución es precisamente la contra? ¡Darle
la contra a la contra! Es el colmo.
INVITADO: Perdón, una aclaración… ¿Es contra izquierdas o
contra derechas?
JEFE: ¡Otra vez!... (AL COORDINADOR) Señor Pérez, págueles y
quítelos de mi vista… ¡De izquierda o de derechas! ¡Dios mío, porqué me has abandonado!
EL COORDINADOR EXTRAE DINERO DEL CHANCHO DE YESO.
COORDINADOR: Señor De la Piedra: no queremos verlo por aquí.
Aquí está su comisión… Señor De la Piedra: aquí está la suya. ¡Váyanse de aquí!
ESPECIALISTA: (MIRANDO EL DINERO QUE LE DIERON) Esto no
alcanza para nada, señor Pérez.
INVITADO: Nos ofrecieron más.
COORDINADOR: ¿Y las gaseosas que se han tomado?
JEFE: ¿No dicen que viven del pensamiento?
COORDINADOR: Además, acaban de reajustar el presupuesto del
área cultural. Lo toman o lo dejan.
LOS ESPECIALISTAS SALEN REFUNFUÑANDO. EL JEFE RECOGE LOS
ZAPATOS DEL ESPECIALISTA Y SE LOS AVIENTA.
JEFE: ¡No olviden esto aquí!... (CUANDO YA SE HAN IDO)
¡Porqué serán tan brutos los intelectuales!
COORDINADOR: Extracción de clase.
JEFE: Sí, pero es demasiado. Siquiera deben saber si la
revolución para la que trabajan es de izquierda o derecha.
COORDINADOR: (TOMANDO EL ÚLTIMO SORBO DE SU VASO) Solo
sirven para pensar. Esa naturaleza los conduce siempre al error o a la duda. Ya
lo ha visto, a pesar de todo, no comprenden que el gobierno no solamente
simpatiza, sino también festeja, subvenciona, apoya y defiende los intereses de la izquierda.
JEFE: (DESPUES DE TOCER) ¡¿De la izquierda?!
COORDINADOR: De la izquierda, pues.
JEFE: ¿De la izquierda ha dicho? ¿De qué izquierda habla?
COORDINADOR: ¡Izquierda hay una sola, jefe! La izquierda es
la izquierda. Comprendo bien que hay muchas disidencias, derechizantes unas,
izquierdizantes otras, todas enemistadas y en pie de lucha, pero eso no impide
que se hable en líneas generales de una auténtica izquierda: la izquierda de la
izquierda, ella es la verdadera vanguardia. ¡La esperanza del socialismo!
JEFE: (HOSTILIZANDOLO) ¿Quiere decir que durante estos años
he trabajado con alguien para quien nada significaron los decretos supremos de
lealtad a los capitalistas, el desfile de los comerciantes, la defensa de los
terratenientes y la subvención a los boy-scouts?... Ah, no puede ser, no puede
ser…
COORDINADOR: Pero… El presidente ha dado a entender que esos
decretos son estratégicos para ganar tiempo y permitir que se robustezca la
izquierda. ¿Cómo puede decir que el gobierno es de derecha?
JEFE. ¡Yo no he dicho que el gobierno es de derecha!
COORDINADOR: Entonces, ¿ni de derecha ni de izquierda?
JEFE: ¡Fuera! ¡Fuera de aquí!... ¡La señorita Pérez acusó al
gobierno de centralista y perdió el empleo! ¡Usted lo ha perdido también!
AMBOS FRENTE A FRENTE, SIN MOVERSE.
COORDINADOR: Tenía razón la señorita Pérez… ¡Usted es un
infiltrado! ¡Cómo va a avanzar la revolución!
JEFE: ¡Cómo va a avanzar la revolución! ¡Si es un
infiltrado!
COORDINADOR: ¡Un infiltrado, señor Pérez!
JEFE: ¡Señor Pérez, un infiltrado!
COORDINADOR: ¡Me voy de aquí! ¡No lo soporto!
JEFE: ¡Fuera! ¡No lo soporto!
COORDINADOR: ¡Adiós, señor Pérez!
JEFE: ¡Señor Pérez, adiós!
COORDINADOR: ¡Lo desprecio, señor Pérez!
JEFE: ¡Lo odio, señor Pérez!
COORDINADOR: ¡Adiós!
JEFE: ¡Arrividerchi!
COORDINADOR: ¡Es un miserable!
JEFE: ¡Es un infiltrado!
COORDINADOR: ¡Es un miserable infiltrado!
JEFE: ¡Es un miserable infiltrado!
COORDINADOR: ¡La historia se encargará de juzgarlo!
JEFE: ¡La historia se
encargará de juzgarlo!
COORDINADOR: Las
mayorías…
JEFE: Los estudiantes, la clase obrera, la sociedad de
industrias.
COORDINADOR: El campesinado…
JEFE: Las mayorías…
COORDINADOR: Los estudiantes, la clase obrera, la sociedad
de industrias.
JEFE: ¡El campesinado!
COORDINADOR: ¡Ello se encargarán de juzgarlo!
JEFE: ¡Ello se encargarán de juzgarlo!
COORDINADOR: ¡Adiós, señor Pérez!
JEFE: ¡Adiós, señor Pérez!
COORDINADOR: ¡Me voy!
JEFE: ¡Váyase! ¡Váyase!
COORDINADOR: ¡Me estoy yendo!
JEFE: ¡Fuera!
EL COORDINADOR SALE CUIDÁNDOSE LA ESPALDA, LISTO A
REACCIONAR. PAUSA. SOLO EN ESCENA, EL JEFE DA UNOS PASOS CON ENERGÍA.
JEFE: … ¡De izquierda! ¡Ja!... ¿De derecha? Bueno, de… No,
tampoco… De… tampoco, tampoco. Y… ¡claro! No, no, no… ¡Ah, ya! ¿Entonces, cómo
se explicaría el abrazo?... No por allí no hay nada. ¡Sí! Se arregla con… eso
es, ¡táctica! Pero el detalle de… ¡táctica de la táctica! Pero el abrazo, el
abrazo… Qué fastidio. Pero la patada, porque hay una patada. ¡Listo! ¡Táctica
de la táctica de la táctica! ¡Eso es!... Hum, todavía hay algunos cabos sueltos…
A ver, a ver: el de izquierda lo arrimamos acá… Lo ponemos así ¡ya! La derecha
lo está mirando… No, más a la izquierda… ¡Solucionado! ¡Solucionado! Y el… con
el de en medio. ¡Listo! ¡Somos…! ¡Somos…! ¿Qué somos?... ¡Ah, ya!
Lima, 1977.