COMO UNA REMEMBRANZA DE OTROS TIEMPOS Y CON UN GUIÑO TRAVIESO, PUBLICO AQUÍ ESTE BREVE EJERCICIO YA DIVULGADO EN EL LIBRO “LA OBRA DEBE CONTINUAR”, ESCRITO CUANDO ESTE HOMBRE TENIA POCO MÁS DE 23 AÑOS Y LIDIABA A SU MANERA CON EL TEMA DEL AMOR Y LA MUJER. EL DIA DE LA PRESENTACIÓN DE DICHO LIBRO, EN EL AUDITORIO DE LA MUNICIPLIDAD DE MIRAFLORES, CUANDO TENIA PENSADO LEER OTRA OBRA, MÁS APROPIADA PARA EL MOMENTO, A ÚLTIMA HORA DECIDÍ LEER ÉSTA Y GANÉ LA SIMPATÍA DE MÁS DE UNA AMANDA ENTRE EL PÚBLICO.
LA ÚLTIMA
UNA PEQUEÑA HABITACIÓN –PROBABLEMENTE
PERTENECIENTE A UNA ANTIGUA CASA LIMEÑA- CON PAREDES DE CARTÓN, A TRAVÉS DE LAS
CUALES A VECES SE FILTRAN LAS VOCES DE LOS VECINOS. EN ESCENA, APENAS UNA CAMA,
UNA SILLA, UN ESPEJO ROTO, ALGÚN AFICHE DE FUTBOL, AMANDA Y ANTONIO. MIENTRAS
AMANDA YACE TUMBADA EN LA CAMA DESORDENADA, ANTONIO DESCUELGA LA ROPA DE LA
PARED Y VA METÍENDOLA CON TORPE CUIDADO EN UNA VIEJA MALETA PUESTA SOBRE LA
SILLA.
EL
No vuelvo a creer en nadie. Fuiste la
última. ¿Cómo he podido quererte tanto? Con este amor sincero, Amanda.
ELLA
Me aplastas. Soy joven, bonita, una
verdadera mujer, ¿no te das cuenta? Quiero ser mimada, Antonio.
EL
¿Mimada? (SE ACERCA A ELLA) ¡Te he
mimado hasta el cansancio!
ELLA
(RECHAZÁNDOLO) Mala suerte. Te
cansaste muy rápido. Ya no eres suficiente. (SE PONE DE PIE. RAPIDAMENTE) ¡Quiero
vivir! ¡No voy a desperdiciar mi vida en este cuarto! ¡Con las mismas
telarañas! ¡Con el mismo rostro en ese espejo roto!
EL
(SENTÁNDOSE EN LA CAMA) Nadie podrá
quererte toda la vida, en cada instante, con la misma fuerza. Nadie como yo,
Amanda. Y el tiempo pasa.
ELLA
(ENCOLERIZADA, SE ACERCA A LA MALETA
Y APRESURA LA OPERACIÓN QUE COMENZÓ ANTONIO) ¡Bah, el tiempo, el tiempo! ¡Qué
me importa! Me importa el amor. Ahora… ¡Ya! (PAUSA. LO MIRA UN POCO
ENTERNECIDA) No me hagas caso. A lo mejor, volveré después.
EL
(SE ACERCA A ELLA, LA ABRAZA POR LA
ESPALDA) ¡Después! ¿Cuándo, Amanda?
ELLA
No lo sé, Antonio. Pero no esperes
mucho. Aunque seguramente regresaré enseguida. Necesito embriagarme un poco. Si
no quieres esperar…
EL
(SOLTÁNDOLA) Voy a engañarte.
ELLA
(SERIA) Me das risa. Yo te engañaré
antes. Me iré con el primer lechero. ¿Todavía no entiendes?
EL
(AGITADO) ¡No! ¡Dios mío, no! (AVANZANDO
HASTA DARLE LA ESPALDA) ¿Quieres engañarme? ¿Quieres saber hasta dónde aguanto?
ELLA
Las dos cosas. ¿Por qué tendría que
contentarme con una solamente? Por la primera, satisfago mis deseos de vivir. Por
la segunda, me aseguro que al volver estarás siempre tú.
EL
(SIEMPRE DÁNDOLE LA ESPALDA) Un amigo
decía siempre que todas las mujeres son unas putas, que todo lo que necesitan
es un hombre entre las piernas. Yo creo en la pureza, Amanda, sostengo lo
contrario…
ELLA
(INTERRUMPIÉNDOLO) Se equivocan. Los
dos. Una mujer es una mujer. No existen “las mujeres”.
EL
Te odio.
ELLA
No te esfuerces. (CIERRA LA MALETA.
LA LEVANTA Y SE DIRIGE A EL) De todas maneras, me voy.
EL
(VOLTEA RAPIDAMENTE HACIA ELLA)
¡Amanda! ¡No puedes irte! ¡Yo te quiero!
ELLA
Peor para ti. Si solamente hay un
paso entre tu amor y tu odio, es que te has convertido en un títere.
EL
Te necesito, Amanda.
ELLA
Yo necesito tenerte lejos. No te
quiero como antes.
EL
¿Qué nos pasó? ¿En qué momento fue,
Amanda?
ELLA
No lo sé. (DEJA LAS MALETAS EN EL
SUELO) De pronto se me abrieron las puertas, comprendí que ya nada había entre
nosotros. Eres un obstáculo, Antonio.
EL
¡Un obstáculo! ¿Un obstáculo?
ELLA
Sí.
EL
… Podrías habérmelo dicho antes.
ELLA
Aparece, Antonio. Nunca se anuncia.
De todos modos, hay que estar preparado.
EL
¿Preparado?
ELLA
Preparado para no hacerle caso. Así
de simple. Si le das mucha importancia, comienza a engordar y complicarse.
EL
Palabras, palabras. ¡Telenovelería
barata!
ELLA
Como quieras. (VUELVE A TOMAR SU
MALETA) Ya tengo que irme.
EL
No, Amanda (TRATA DE QUITARLE LA
MALETA) ¿Y si…?
ELLA
(RECHAZÁNDOLO SUAVEMENTE) Despidámonos
como amigos y no digas nada. Complicarías más las cosas.
EL
¿Complicarlas más? ¿Es que se pueden
complicar más?
ELLA
Antonio, no hay razón para odiarnos.
Todo el mundo se despide sin rencor.
EL
¡Todo el mundo!... ¡Por lo menos
ódiame! No me dejes así. No me consuelas despidiéndote con un beso.
ELLA
(SE ACERCA, LO ABRAZA , LO ACARICIA)
Quiero llevarme un buen recuerdo, Antonio, sin sombras ni rencores.
EL
Te he querido, Amanda. Te odiaría con
todas mis fuerzas.
ELLA
No te hagas daño, querido…
EL
¡Querido!
ELLA
Antonio, no somos chiquillos.
EL
¡Soy un chiquillo! ¡No puedo más!...
Si a tanto me has rebajado, qué más me da.
ELLA
Qué poca dignidad tienes, Antonio.
EL
(ACABADO) Ninguna. Y no tienes toda
la culpa. Fui un cínico. Nunca me importó el cariño que otras me tuvieron. Y
ahora estoy mordiendo ese polvo que a lo mejor otras mordieron por culpa.
ELLA
Nada de eso. Cada mujer busca bien el camino. Ninguna es tan
crédula para terminar unida al primer hombre que encuentra. Eso en las
películas.
EL
¿Qué clase de demonios son, Amanda?
ELLA
Femeninos.
EL
Cuántas veces he renegado del amor,
qué absurdo me parecía sufrir por amor…
ELLA
Te pasará.
EL
(EN ENSUEÑO)… Íbamos a ver el mar,
¿te acuerdas? Caminábamos de la mano y la brisa nos daba en la cara.
ELLA
Poco después peleábamos. ¿Te acuerdas
tú de eso?
EL
¿Cómo momentos tan gratos pueden ser
sacrificados por un mal rato, Amanda?
ELLA
¿Un mal rato? Un mal año, Antonio.
EL
Sí, es cierto, eran muchos. Pero
también fue mucha la alegría, nos moríamos de gusto de habernos encontrado. Uno
para el otro. ¡Dios mío!
ELLA
No te tortures más, Antonio.
EL
(EVADIÉNDOLA) ¡No me importa! ¡Jamás
he de sufrir este mismo dolor! ¡Nunca más! ¡Nunca!
ELLA
(SUAVEMENTE, SE ACERCA, TRATA DE
TOCARLO) Antonio… yo te quiero. (ANTONIO SE EVADE CON DESESPERACIÓN) Pero no
podemos seguir así. Es doloroso. Terminaríamos odiándonos hasta destruirnos.
EL
¡Eso es el amor!
ELLA
Estás loco.
EL
Eso es el amor, Amanda. Pero me
pregunto si para ti no lo es, como estuvimos de acuerdo en tantas otras cosas,
entonces… de verdad, todo está perdido.
ELLA VA A DECIR ALGO, PERO CALLA.
BREVE PAUSA.
EL
¡Sí! ¡Todo! A tu lado olvidé lo que aprendí
del sufrimiento, el saberme solo, ¡solo! Perdí la capacidad de sentarme en el
aire sin rumbo ni destino. Ya no soy el caminante, el que todo lo ve y con nada
se compromete.
ELLA
Eres tan débil. Te humillaste fácilmente.
EL
Y me seguiré humillando hasta
romperle el culo a la comedia… El mundo te propone muchos caminos. Uno los
escoge y se va con ellos. Al final, uno lo decide.
ELLA
El que tomaste conmigo está lleno de
asperezas. No puedo vivir sin arriesgarme a perder lo que más quiero. Cuando no
tenga ya nada que perder, volveré sobre mis pasos a recoger lo mejor que tuve.
EL
(REPARANDO EN LA MALETA, FRENANDO UN
BRUSCO IMPULSO DE ARROJARLA POR EL AIRE) Entonces… ya no encontrarás nada. Por orgullosa,
te habrás condenado a la soledad.
ELLA
Voy a merecerla.
SILENCIO. EL SE ACERCA A ELLA Y LA
ACARICIA. DESPUES DE UNA PAUSA, ELLA LO RECHAZA CON VIOLENCIA, HACIENDO MUCHO
ESFUERZO.
ELLA
…¡No, Antonio!
SE ALEJA DE EL. TOMA LA MALETA Y LA
ABRAZA FUERTEMENTE. EL QUEDA DERRUMBADO POR SU DESPRECIO Y HUIDA.
EL
(LENTA PERO VIGOROSAMENTE) Que otra
vez deba esperarte a las cinco en la Plaza, que busquemos otra vez un hotel
donde amarnos plenamente, que otra vez llueva como aquella tarde cuando
hablamos de hijos, que vuelva a decirte esa palabra… esa palabra que nunca más
voy a decir.
ELLA
(TAMBIEN QUEBRADA) Pobre iluso. ¿No
te das cuenta? (GIMIENDO) ¡Nada nos pertenece! ¡Nada! Aquella tarde también fue
mía. Y te quise. Sí, te quise. ¡Te quise!... El tiempo ha pasado y se nos
acabaron los parques, se acabó el hotel. Basta.
EL
(CON LA POCA FUERZA QUE LE QUEDA) Todas
las palabras, todos los sueños, todo el calor, Amanda.
ELLA
(ARROJANDO SU MALETA) ¡Ilusiones!
¡Nada más que ilusiones! ¡Maldita pretensión de creer todo acabado! ¡Maldita
trampa que nos pone la vida para no arriesgarnos a seguir adelante!
EL
Maldita, Amanda, maldita. Te estoy
viendo ahora, allí, delante de mí, y siendo la mujer que amé con toda el alma,
a la que me une tanto, ya no eres la misma.
ELLA
(MAS SERENA, VOLVIENDO A ABRIR SU
MALETA PARA METER UNA PRENDA QUE ACABA DE DESCUBRIR BAJO LA ALMOHADA) Debes
olvidarme, Antonio.
EL
¡Olvidarte!
ELLA
Sí, por tu bien. Y no te acuses de
nada. Nos quisimos. De allí al fuego que terminó por quemarnos no había nada
más que un paso. Se acabó.
EL
(RESIGNADO. CABIZBAJO) Se acabó.
ELLA
Adiós.
EL
Adiós, Amanda.
ELLA TOMA SU MALETA Y SE DIRIGE A LA
PUERTA. ANTONIO CORRE TRAS ELLA Y LA TOMA POR UN BRAZO.
EL
¡Espera! Quiero preguntarte algo…
¿Por qué no lo comprendí yo antes que tú?
ELLA
(SE ENCOGE DE HOMBROS) Los dos
sabemos que los silencios son cada vez más largos, más difíciles las
reconciliaciones. Alguien tiene que decidirse. No quieres hacerlo tú… (TRATANDO
DE SOLTARSE DE LAS MANOS DE ANTONIO, PERO EL LA SUJETA CON FUERZA) Antonio, no
prolonguemos esto.
EL
(LA SUELTA. LE DA LA ESPALDA) Está
bien.
ELLA
Adiós, Antonio.
ABRE LA PUERTA, PERO EL, DESESPERADO,
SE ARROJA A SU PIES. LUEGO, SE ABRAZA A SUS PIERNAS.
EL
¡No! ¡No puedes irte, Amanda! ¡No puedes!
ELLA
(LO GOLPEA, LO EMPUJA) ¡Suéltame,
imbécil! ¡Suéltame! Allí tienes la respuesta. Lo comprendí antes porque eres un
cobarde. ¡Suéltame, te digo! Eres incapaz de sostenerte a ti mismo. Una mujer
es una muleta para ti. ¡Te digo que me sueltes! (EL NO LA SUELTA. SE ABRAZA CON
MÁS FUERZAS A SUS PIERNAS. ELLA CAE AL SUELO. DESESPERADA GRITA A TODO PULMÓN)
¡Un parásito!
EL LA SUELTA, PERO QUEDA TUMBADO EN
EL SUELO MIENTRAS ELLA SE PONE DE PIE RÁPIDAMENTE.
ELLA
(SE SACUDE, INDIGNADA) Un parásito,
Antonio. Como las pulgas que necesitan un clima apropiado para vivir. Yo te di
ese clima y ahora te lo quito. Ha terminado, Antonio, ha terminado.
EL
(DESDE EL SUELO, SIN MOVERSE) Sí, ha
terminado. Y soy una pulga.
ELLA
Una pulga, una pulga.
EL
(GRAVE, SIN MOVERSE) Todo es tan
extraño… Es posible que a un hombre lo encadenen y no pueda más abrir los
brazos y empuñar el cielo, es posible que lo encarcelen y no vuelva a recorrer
los parques. Eso lo comprendo. Sucede. Pero el amor de una mujer, cómo puede
desarmarlo a uno, arrancarle las fuerzas, hundirlo tan hondo… Tú tampoco lo
sabes. Y se que en el fondo también te maravillas del efecto que produces en
mi. Es invisible. Tú no lo quieres, ni yo tampoco. Pero aquí está. Aquí está la
pulga… Vete, Amanda. Seguramente es lo mejor.
ELLA
(IRÓNICA, TOMANDO SU MALETA OTRA VEZ)
¡Qué bonito hablas!
EL
(FIRME) ¡Vete, Amanda! ¡Vete!
ELLA LO MIRA POR ÚLTIMA VEZ Y LUEGO
SALE RÁPIDAMENTE.
EL
(DESPUÉS DE UNA PAUSA) ¿No te das
cuenta que te quedas?... ¡Que te quedas he dicho!... No te podrás ir, Amanda. (CONVERSA
CONSIGO MISMO) Tonto… No me digas tonto. Dame un beso… Entonces, de verdad eres
un tonto… ¿Porque te pido un beso?... No, porque eres un tonto… ¿Un tonto? ¿Yo?
¿Un tonto has dicho? No. No. No soy tonto. Te digo que no soy tonto. De verdad,
no soy tonto. No lo soy. ¡Tonto! ¡No! Es que no soy tonto. Si fuera tonto… No
soy tonto. ¿Por qué me dices tonto? Tonto no soy, de veras. Tonto no, no, no,
no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no…
Lima, 1978