VAMPIRES

Aquí la dirección web de nuestro VAMPIRES. Como siempre, son los acontecimientos que me conducen a nuevos acontecimientos y ahora me llevaron de la mano hasta un taller de teatro en La Cartoucherie, nada menos que en el local del L´Epee de Bois, donde me propusieron dictar un modesto taller en español, pero que fue primer escenario de esta aventura escénica todo terreno en francés. Gracias a los actores y al conjunto de personas que hicieron posible llegar a este estreno y a la actual difusión de la obra en todo París.
                               Merci beaucoup à tous!!!

https://www.youtube.com/watch?v=FJVmySW6MD0&feature=youtu.be&fbclid=IwAR0JI3Jv142NCXERTE1oPPlZCEYx4KuSk3H2ZPE8pr8FYqwsGARwBL8pByU

Entrevista en Radio Francia Internacional

Amable entrevista que, a propósito del Taller de Teatro Todo Terreno en París, 
me hiciera Jordi Batalle 
de Radio Francia Internacional





TALLER DE TEATRO TODO TERRENO EN PARÍS


Información
TALLER DE TEATRO TODO TERRENO EN PARÍS
Para hispanófonos de todas las edades, con o sin experiencia.
THEATRE DE L'EPEE DE BOIS- Cartoucherie.


Desde el 11 al 15 de marzo 2019, de 4 a 6 de la tarde, nos reuniremos con aquellos.as interesados en esta propuesta para realizar las prácticas escénicas que tienen como programa preliminar los siguientes puntos:
1.- EL CUERPO. Los sentidos. Posibilidades. Los músculos. Tensión. Relajación. La respiración. La energía. Centros. La voz.
2.- EL CUERPO EN EL ESPACIO. El movimiento. Dinámica. El gesto y la imagen. El espacio escénico.
3.- LA PALABRA. La memoria emotiva. La memoria objetiva. El sonido y la imagen. Altura y proyección. El silencio.
4.- EL RITMO. El equilibrio. Las sensaciones y los sentimientos. El tiempo y la intensidad. La estructura dramática. El diálogo.
5.- LA OBRA. La improvisación. La interpretación. El movimiento en escena. El montaje. El clima dramático. La puesta.

El taller está dirigido por Alberto Mego, quien durante mucho tiempo ha cultivado en el Perú un teatro directo y popular, y por el cual obtuvo diversos reconocimientos por su labor como dramaturgo, actor y director, al frente de numerosos elencos universitarios, sindicales y comunales. Así mismo ha realizado publicaciones que tuvieron siempre como destinatario el gran público de la ciudad y del interior del país.

El acceso al taller tiene un costo simbólico de 10 euros.
El cupo de participantes está limitado a 20 personas.
Para información e inscripción los interesados deben comunicarse a esta página Facebook o al cel 06 23 95 90 61.

El teatro es el arte de la vida, de todo lo concerniente a lo humano. Es allí donde se sintetiza la sociedad, a través del drama personal, de la alegría y la vitalidad. Es verdad que para realizarse ante el público puede acudir a escenografías e luminarias, a efectos musicales y visuales, pero el instrumento principal de este arte sigue siendo el cuerpo, la expresividad gestual y corporal, la voz.
Estos son materiales que todos por igual tenemos. Nada distingue a un actor, a una actriz, del espectador que tiene al frente. Excepto la decisión de ACTUAR, es decir, de ponerse en ACCIÓN CREATIVA. Para ello, es preciso entrenar sus recursos expresivos y su sensibilidad. Entonces, accediendo a la práctica escénica, el aspirante a ACTOR o ACTRIZ puede descubrir nuevas dimensiones del tiempo y del espacio. Manejar sus emociones, elevando al máximo su capacidad de decidir y seleccionar el ritmo que mejor conviene al movimiento, o el silencio adecuado. Encarnar un personaje. Ser otro. Ser muchos. Todo ello en el camino de conocer y dominar sus centros de energía, de expresividad y proyección.

Pero el teatro no es una escuela del narcisismo.
Es fundamentalmente una labor colectiva que tiene el propósito de encontrarse con el público para trasmitir emociones, conceptos y construir idearios humanísticos, cuanto más y mejor en el mundo contemporáneo que vivimos donde pareciera que la tecnología con sus grandes y pequeños artefactos pauta y tiraniza nuestra conducta cotidiana, despersonalizando y deshumanizando las relaciones sociales.

Por eso también, en este momento el teatro está llamado a estremecer al espectador, para despertarlo, elevar su conciencia y convertirlo también en un.a actuante.

TALLER DE TEATRO TODO TERRENO

El arte escénico condiciona el espacio. No es el espacio el que condiciona el teatro. Por ello creemos que cualquier lugar es apto para la actuación. Desde los anfiteatros al aire libre, como en la idílica época de griegos y romanos, o en los atrios de las iglesias, a la usanza medieval, o en los grandes auditorios que la revolución industrial puso en vigencia y donde se han desarrollado las grandes contribuciones teatrales de nuestro tiempo. Pero el juego dramático puede desarrollarse también en los lugares más insospechados: en el metro, en un parque, en una avenida transitada. Es decir, todo terreno, incluso los escenarios convencionales, es apto para el hecho escénico, como lo ha demostrado largamente la tradición popular, así en el Perú como en el mundo.

Un taller todo terreno se esfuerza por reflejar la identidad del espectador, a través de todos los recursos a la mano, aquellos que nos correspondan por tratar de contarle su propia historia, allí donde se encuentre. Ningún lenguaje nos debe ser ajeno, ningún estilo, todos los colores y armonías se compaginan con un arte escénico que sirve a su colectividad.

La ejercitación de la voz y el dominio corporal son fundamentales en el plano técnico. Se realizarán ejercicios destinados a fortalecer dichas herramientas, explicando las bases materiales de la actuación. Sin embargo, la práctica de este taller demanda del alumno la mejor actitud para el trabajo grupal, el equilibrio interpersonal, el diálogo, la comunicación y el respeto. Y el estímulo de funciones intelectivas como la atención, la memoria, la concentración, y aquellas que resultan del pensamiento crítico, como la responsabilidad, la constancia, la puntualidad, el estudio y el sentido de compromiso con el público. Por eso decimos que, en estas condiciones, “muchos son los llamados, y todos serán escogidos”.

Desde el retablo



Espacial y temporalmente un tanto lejos de mi país, escribo estas líneas para contar que en los últimos meses estuve dedicado a corregir, si se puede decir así, mi novela Retablo El Dorado, publicada en el año 2000 por la editorial de la Academia César Vallejo, Lumbreras.
Un conocido mío se entera que yo estaba trabajando borradores finales de esa novela empezada varios años atrás, y me propone publicarla en esa editorial. No estaba yo al corriente de sus vínculos con la directiva, o si era justamente un directivo. Si aficionado a la literatura o escritor. Solo puse atención a su pedido de que le alcance los borradores (que ya había presentado a otras editoriales sin ninguna suerte).
Pocos días después, el mismo amigo me dice “la publicamos en una semana”.
De modo que me vi en la situación de publicar a la brevedad un borrador.
Tan servicial y advertido, el notable y querido
pintor Francisco Izquierdo Ríos fue hasta mi casa con numerosos esbozos bajo el brazo, poniéndolos a mi disposición para ilustrar la publicación.
Me he formado en el teatro, donde todas las funciones son “borradores” de la siguiente. Cuanto más en el teatro callejero, o “todo terreno”, como inteligentemente lo denominó un actor que me acompañó en algún recorrido de teatro. No dudé en asumir el desafío, y poco después, temblando, en esa nueva manera de poner la cabeza en la guillotina, entregué un disquete a la editorial.  

El libro fue presentado en el auditorio de la Biblioteca Nacional, con las amables palabras del joven escritor Fernando Carrasco. Agradecí a mucha gente atenta aquella noche. Los 100 libros que pedí por adelantado a la editorial fueron casi todos vendidos ese día. Al final de la presentación, inesperados ladrones se llevaron toda la ganancia dejando un mal augurio para el libro. 
Sin libros y sin ganancia, volví a la editorial a recoger las copias que me correspondían como autor del libro, aunque el amigo había ofrecido darme toda la edición.
Grande fue mi sorpresa cuando me dijeron que nunca habían publicado tal libro, que debe haber un error y después de insistir que disposiciones superiores ordenaron que ese libro no podía circular. Queeeé. No entendí. Una nueva directiva, algo así. El hecho es que el libro fue “raptado” por la propia editorial.
Cuatro años después, cuando ya lo daba por perdido, Luisa Santistevan, que trabajaba conmigo en el Taller de Teatro Boulevard Quilca, valiéndose de algunas influencias, recuperó los paquetes y mi pequeño espacio en Plaza Bolognesi se llenó de libros.

Los libros también pueden ser impertinentes. Éste -publicado cuando aún Fujimori pretendía un tercer mandato- cuatro años después así lo parecía. En el 2004, el panorama en el Perú era completamente diferente y yo mismo, en un nuevo periodo, estaba en plena difusión de alguna obra teatral. No se divulgó la existencia del libro ni nadie lo reseñó. No sabía cómo disfrutar el haberlo recuperado. Lo único que pude hacer por él fue ofrecerlo al término de las funciones teatrales, donde el público a un precio super económico lo adquiría. Para mis vanidades, decía entonces que vivía de mis libros, como los profesionales de la escritura.
Recibí comentarios elogiosos de ese público sencillo y popular que en el ruedo se acercaba a  pedirme que autografíe sus textos o, después de leerlo, para alcanzarme una opinión. Nada es más satisfactorio, en el teatro o en una publicación, que recibir la crítica o el aliento del hombre, de la mujer, del transeúnte cuando se “encuentra” con el espectáculo callejero.
Así que seguí con otras publicaciones, obras de teatro y el periodismo que por buen tiempo me alborotó.
Casi veinte años después, alguien me alcanzó una novela de autora brasileña, reimpresa en México y presentada como “literatura popular”. Sus inconsecuencias en el lenguaje y especialmente en el contenido me hicieron pensar en la cuenta pendiente que tenía con mi Retablo. Decidí abordar nuevamente el libro y en lo posible librarlo de las asperezas que como borrador tenía.

Toda obra de arte se construye desde el parapeto que el autor instala para narrar o mostrar los acontecimientos. ¿Desde qué conjunto social se cuenta esta historia? ¿Desde el perro que también la protagoniza? Nooo. ¿Desde los locos vagabundos? Tampoco. ¿Desde los pobres y rebeldes? ¡Ouiiií! Por sus páginas, con sus vivencias los personajes configuran el alma de una ciudad hipotética, una pequeña aldea que se convierte en una gran metrópoli y en una bomba de relojería, asediada a la vez por un movimiento subversivo y por un inminente terremoto.
“En esta novela mosaico desfilan personajes de diferentes sectores sociales, pero como ha sido característico a lo largo de la actividad cultural de este escritor, en su teatro como en su literatura, es la población marginada la protagonista principal. Es entre los inconformes, los insatisfechos, los críticos en quienes es fecunda la voluntad de cambio y movimiento”, se lee en la contratapa de la copia que conservo.

No es tarea agradable volver sobre un texto para leer su entrelínea y verificar si el sentido de las palabras expresa con corrección la intensión de las ideas. Es casi un trabajo de policía. Estuve a punto de renunciar más de una vez, pero en ese extremo, asumí que no estaba creando ni recreando el texto, sino “limpiándolo” para facilitar su lectura. De manera que como un obrero de baja policía, eso sí, he barrido aquí y allá párrafos completos o frases disparatadas que presumían de metáforas. Sin embargo, sigue siendo el mismo retablo, en cuanto son las vidas paralelas y simultáneas las que dan cuerpo a la historia. Y sigue siendo una simple pincelada sobre un momento crucial en el Perú.
Lo que me queda ahora es la satisfacción del trabajo cumplido y la necesidad de encontrar un.a editor.a.