CARTA A UNA JOVEN ESTUDIANTE DE TEATRO



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Lima, lunes, mayo 5, 2003
Estimada L.

Me alegra tanto que te haya interesado dedicar tu
tiempo (que es nuestro único y verdadero capital)
a estudiar teatro.
Antes los actores eran por lo general todos aficionados,
y en esa atmósfera empírica, se producían toda clase de
aciertos y también de desatinos bochornosos que acaso
sean la base de los malos conceptos que la gente aún
maneja sobre los artistas, y específicamente sobre los
actores. Esto es más grave cuando se trata de los
propios actores que no contribuyen a "sistematizar" el
conocimiento que puede garantizar un mejor teatro,
puestas claras, con propósitos definidos, actuaciones
cargadas de pasión pero dirigidas por mentes
brillantes, al servicio de intereses más altos que los personales.

Por eso me alegra tanto esa elección tuya,
el teatro puede ser un sistema de conocimiento de la
realidad, para realizar una mejor puesta en escena,
y también para conocerse mejor.
No es, por supuesto, nada nuevo lo que te escribo, 
ya Brecht reclamaba un teatro científico en la era
científica, y cuanto más lo requerimos en sociedades
como la nuestra cuyo público demanda orientación,
didáctica, maestría...

Estudiar teatro es pues una forma de estudiar antropología,
es el estudio de la conducta humana, más aun, la
reproducción minuciosa del sistema de la conducta humana:
mucho tienen en común Freud y Stanislawski, por
ejemplo, y Brecht con Erich From. El conocimiento
tiene muchas vertientes, pero los actores estudiosos
saben que puede converger en el teatro toda la sociedad,
porque éste es el arte de la más extraordinaria síntesis.
Por eso es muy grato leer tu descubrimiento sobre la
”temperatura” del punto o de las pausas,
los altibajos de la tensión dramática: ¡porque todo el actuar
humano tiene temperatura!, y su réplica -el teatro-
careciendo de ella, es apenas una pobre imitación de
la realidad.
Todas las artes convergen en el teatro, así la música,
como el color, la palabra y la danza, pero de todo,
ciertamente, lo más impactante es descubrir el peso
que puede tener el silencio, solamente dominando el
sonido se puede llegar a él, y tú que conoces de
música, porque te entrenaste en ella, tú que escribes
porque no careces de esa sensibilidad, tú que has
mirado el mundo desde una máquina fotográfica, puedes
entenderlo mejor, porque eres una mujer apta para el
teatro, como seguramente lo has constatado en tus primeras
clases.
Te deseo toda clase de éxitos.
A.M.

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